Las acciones dirigidas a fomentar la implicación de todas las personas trabajadoras en la erradicación de la violencia y el acoso pueden ser muy variadas Aquí presentamos algunas que diversas instituciones han aplicado de forma exitosa.

  • Exigir responsabilidad individual. Es responsabilidad de cada miembro de la organización, en su propio puesto y trabajo, cultivar una cultura eficaz.
  • Construir un sentido de comunidad. Es difícil avanzar en la eliminación del acoso y la violencia manteniendo una perspectiva de las mujeres como víctimas potenciales y a los hombres como potenciales agresores. Es necesario generar un sentimiento de comunidad con claridad sobre lo que es aceptable y lo que es intolerable. Para ello podemos aprovechar el potencial de todas las personas de la empresa para crear un ambiente seguro. Generar un espacio seguro es responsabilidad de todas las personas de la empresa.
  • Fomentar la responsabilidad de la comunidad. Es imposible eliminar el acoso y la violencia en el trabajo si seguimos responsabilizando exclusivamente a la víctima pidiéndole una confrontación explícita con su agresor o una denuncia formal. Si fomentamos que todas las personas trabajadoras asuman un rol activo en la creación de un espacio seguro y respetuoso de trabajo, será más fácil eliminar la violencia y el acoso, incluyendo la violencia y el acoso que puedan llevar a cabo terceros en el lugar de trabajo.
  • Visibilizar las acciones de los integrantes de la comunidad. A medida que los miembros de la comunidad ven a sus colegas intervenir o conocen de sus intervenciones a través de las comunicaciones de la empresa, la cultura va cambiando, y las intervenciones se convierten en la norma.
  • Poner en valor las acciones pequeñas. No hay acción pequeña para prevenir o enfrentar la violencia y el acoso. Hay que poner en valor todas ellas porque cada una contribuye a crear ese ambiente laboral respetuoso.
  • Formar a todas las personas en cómo intervenir de forma segura. Generalmente a todas las personas nos cuesta intervenir cuando presenciamos un caso de acoso o violencia. Pensamos que nuestro estatus social, nuestras amistades o incluso nuestro trabajo o carrera profesional están en riesgo, especialmente si intervenimos en una situación provocada por alguien de mayor rango jerárquico o alguien muy popular en la empresa. Por eso, es imprescindible formar a todas las personas sobre qué alternativas tenemos, cómo podemos intervenir de forma segura.
  • Desacreditar la no intervención. Si bien se deben reforzar las acciones positivas, es muy relevante que las personas trabajadoras sean conscientes de que su no intervención ante un caso de violencia y acoso también es un comportamiento inadecuado, aunque no sean quienes cometen la violencia o acoso. Se debe crear un clima de confianza, donde las personas que intervengan no teman represalias.
  • Responder de forma efectiva ante casos de violencia y acoso. Si las personas trabajadoras no ven que tras una intervención individual de un testigo haya una reacción por parte de la empresa, es improbable que decidan intervenir ente un nuevo caso. La inacción de le empresa estará enviando el mensaje de que realmente el asunto no importa.
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