Uno de los enfoques para crear espacios seguros, sin violencia ni acoso, que se está probando con éxito en empresas es generar un sentimiento de colectividad por el cual todas las personas trabajadoras son integrantes de una comunidad. Como integrantes de esta, se les protege y también protegen. Es decir, que todas las personas tienen la responsabilidad de intervenir antes, durante o después de un incidente, cuando ven o escuchan comportamientos que amenazan, acosan o fomentan la violencia.
Los integrantes de la comunidad o los testigos pueden ser personas trabajadoras de cualquier nivel: operativas, supervisoras, gerentes y también —o incluso cabe decir: y sobre todo— la alta gerencia.
Es imprescindible ser conscientes de que en muchos casos los incidentes de violencia y acoso ocurren sin testigos, sobre todo los más graves y cuando hay agresiones físicas. Además, de forma cotidiana son incidentes que consideramos leves o que incluso, sin una formación en el tema, pasan desapercibidos porque están naturalizados dentro de nuestra cultura. Esos incidentes sí suelen ocurrir delante de otras personas, y es aquí donde podemos y debemos actuar.
A continuación, ofrecemos algunos ejemplos de cómo podemos intervenir ante situaciones de acoso o violencia, dependiendo del grado de implicación que queramos tener. Cada una de estas respuestas no se puede aplicar en todas las situaciones de violencia y acoso; por ello, se brindan distintas posibilidades a modo de ejemplo. Aunque planteemos estos ejemplos, es conveniente formar a todas las personas en este tipo de intervenciones ANTES de pedirles su implicación.
Acciones de intervención después del incidente con un grado de implicación bajo
Acciones de intervención durante el incidente con un grado de implicación bajo
Acciones de intervención después del incidente con un grado de implicación alto
Acciones de intervención durante del incidente con un grado de implicación alto
Para valorar si intervenir en una situación hay que seguir los siguientes pasos:
Hay dos reglas de oro: